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Mucho se dice acerca de la influencia negativa de los medios de comunicación sobre las mentes en formación, mucho de ello, a la ligera. Por lo general, sólo se culpa a la TV, cine, videojuegos, etcétera, de la violencia que vemos en las escuelas, en las calles, en los hogares. Pero esto, además de ser una perspectiva por demás simple y limitada del problema, [los padres culpan a la tele de dar a sus hijos una mala educación, que es responsabilidad de ellos] es sólo la punta del iceberg en un mar verdaderamente complejo, cuya real situación y efectos no hemos terminado de sentir y palpar.
Homo Videns: La Sociedad Teledirigida es el título de un librito muy interesante de Giovanni Sartori, italiano investigador de temas sociopolíticos y derivados de la comunicación. A través de sus páginas, critica encarnizadamente el culto a la imagen de nuestra sociedad actual y ofrece una visión profunda [y desesperanzadora] acerca del futuro de las jóvenes generaciones, de no haber un cambio radical y urgente, cambio que, por cierto, se vislumbra cada día más imposible.
Sartori, comparando el boom de las telecomunicaciones con la invención de la imprenta, nos hace un señalamiento doloroso: de ser el hombre un ser alfabético, y por tanto, capaz de un razonamiento abstracto, ha pasado ahora a ser un ser visual, incapaz de digerir contenidos y emitir juicios elaborados, siendo el origen de esta situación la falta de lectura. Del homo sapiens, hemos llegado al homo videns. Un individuo fragmentado, desinformado, fascinado por lo que ve, pero incapaz de comprender e interpretar su realidad.
¿A cuántas horas y horas de TV está expuesto un pequeño, un bebé, contemporáneo, antes de que entre en contacto con el mundo de las letras? Bombardeado por cientos, miles, miles de millares de imágenes, sin poder contextualizarlas, la criatura es blanco de todo, sin ser molde de nada. Si a ello le sumamos la falta de estímulos en el seno de la familia, tenemos un niño, adolescente, joven y adulto condenado a tener como referencia sólo lo que ve en las noticias, que sólo cuenta con el cine y el entretenimiento que le ofrecen los programas televisivos, sin un contexto histórico, cultural o filosófico. De ahí la fascinación actual por lo efímero, de la generación X pasamos a la generación next, como bien la llamó en su libro homónimo Andrés Roemer [a quien, por cierto, podemos ver y escuchar en el canal Proyecto 40, en la edición Pensar México, de lunes a viernes a las 15:00 horas, programa que cuenta habitualmente con la participación del brillante y siempre inquisitivo Oscar de la Borbolla]. La generación que quiere tener el siguiente celular, tener el siguiente modelo de coche, ver la siguiente mega éxito de Hollywood y, si acaso lee, querrá leer la secuela del infumable El Código Da Vinci.
Lo más grave que apunta Homo Videns, es al hecho de que, ante la incapacidad de lectura, viene la incapacidad de entender. ¿A cuántos jóvenes no les resulta imposible digerir textos escolares, recurriendo al cómodo copy-paste de Wikipedia para sus trabajos de investigación?
Este no es un problema exclusivo de México, país de por sí con un ínfimo nivel de cultura. Es una pandemia. Estados Unidos, Latinoamérica en general y aún Europa [Sartori pone más de un ejemplo que evidencia a Italia] sufren del mismo mal en la mayoría de las escuelas. La situación es verdaderamente espantosa, hay universitarios casi analfabetos, eso es un hecho. Y la mayoría de quienes están al frente de los medios de comunicación no sienten otra responsabilidad mas que para con el rating y los patrocinadores.
¿Hay una salida? ¿Esta mutación en el proceso de aprendizaje humano es un retroceso, o al contrario, será útil en el futuro de acuerdo a un mundo que aún no alcanzamos a imaginar todavía? Nos parece muy adventurado y absurdamente optimista pensar en lo segundo, aunque no caeremos en el pesimismo apocalíptico. Al final del día, este mundo está compuesto por individuos, cada uno con su contexto, historia, misión y responsabilidad. Es allí donde cada cual demuestra su cualidad y calidad genéticas y morales. En la medida que se procure tener individuos más despiertos, la sociedad lo será más. No somos de la opinión que los jóvenes están perdidos y desorientados, al contrario. Lo que falta es dirección. Es ahí donde generaciones atrás a la nuestra se comenzó a fallar, es ahí donde las generaciones actuales tienen un tremendo trabajo por delante. Es una cuestión de confianza y de actitud ante el mundo, y lo decimos sonando tal vez más absurdamente optimistas de lo que pretendíamos no ser.
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