jueves, 24 de abril de 2008

La sangre que nos une



El guionista Paul Jenkins y el ilustrador Ashley Wood lo lograron. Sangre y Sombras es una novela gráfica de Spawn, independiente de la continuidad del cómic regular, con la cual estos artistas alcanzaron un nivel como pocas veces ha conocido el personaje inventado por Todd McFarlane, quien califica esta oscurísima historia como muy cercana a lo que siempre tuvo en mente para su antihéroe.

Publicado en por primera vez en 1999, B&S sobresale, en primera instancia, por el arte inigualable de Wood, en el que el lápiz, el lienzo y photoshop se unen de manera extraordinaria. Sin duda, influido por el trabajo de Dave McKean, culpable de otro clásico delirante: Arkham Asylum, en el que, junto con Grant Morrison, conduce a Batman hacia el laberinto de su propia locura, bajo la batuta del Guasón y los demás internos del manicomio.

No hay secuencias de acción en esta historia de Spawn. No están Overtkill, Violator, Jason Wynn. Es más, el espectro de la capa majestuosa apenas si tiene breves apariciones a lo largo de la novela. ¿Dónde radica su fuerza, entonces? En su evocación de los múltiples rostros del mal, que son también uno solo. Desde el prólogo, en el que vemos a un piel roja perderse en la mirada hipnótica de un cuervo, Jenkins es lapidario sobre la vida en su país, el mal está en América, ha estado ahí siempre, esperando.

Las historias paralelas de un viejo edificio con inquilinos dantescos es la carne podrida alrededor de la columna vertebral: la historia de una mujer perturbada, agente de la policía, que intenta atrapar a un asesino en serie. Lesbiana neurótica, llevando siempre el trabajo a casa, se olvida de su bella novia, convirtiéndose en una especie de bastardo machista, situación que tendrá su vuelta de tuerca antes de que el epólogo se desenvuelva ante nosotros dejándonos desvalidos, al igual que todos los habitantes de la construcción que arderá, en muchos aspectos, no únicamente gracias a la acción de un pirómano. El diálogo de Paul, pausado y cadencioso, se desliza como un experimentado bisturí, en tanto los trazos de Ashley, exploran lo mismo la sensualidad que el horror. Hay un efecto devastador en cada cuadro que se desarrolla frente al lector. Una desolación total, descorazonadora. Todos y cada uno de los personajes están perdidos. ¿Tendrán salvación? No está en Spawn decidirlo, él es sólo una fuerza más, energía atrapada entre la vida y la muerte, el paraíso y el infierno. Él sólo está cerca de la locura, de la sangre. Es un pescador de almas que no necesita anzuelo.

Si tuviera que recomendar una obra que muestre la calidad y madurez a las que se puede llegar a través del cómic, es ésta. Merece el calificativo de novela gráfica en toda su dimensión. Posee una calidad literaria y una profunidad psicológica notables. Alguien que piense que las "historietas" son cosa de chicos, debería hojear este libro. O alguien como yo mismo fui, que despreciaba estos géneros por considerarlos un arte "menor". Qué equivocado estaba, me alegra hoy decirlo.

Hace años que no releo Spawn: Blood and Shadows, y aún me siento conmovido y turbado por algunas de sus páginas. Si estás de acuerdo en que no hay peores monstruos que los que guardamos dentro de nuestros propios armarios, es muy probable que disfrutes esta lectura, que, dicho sea de paso, es una experiencia casi cinematográfica; así de veloz es su construcción. Imposible dejarlo a un lado, es para leerse de corrido y quedar un rato en silencio, luego de la última página, cuyo eco se prolonga por horas, o días, dependiendo del espectador. El desenlace, curiosa mezcla de ternura y crueldad, es de las mejores conclusiones que habrás presenciado en una obra de arte. Los colores utilizados hablan de cosas terribles, muy a su pesar. Al final, el lector se siente violentado, y luego de reflexionar lo que sucedió, llegará a la conclusión de que lo experimentado ha sido único, tal vez no quiera volver a sentirse así en un buen rato, pero su humanidad habrá sido removida, esperemos que para bien.

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