viernes, 25 de abril de 2008

Clive Barker y la infancia robada



El Ladrón de Días [The Thief of Always] es una joya. Punto. Concebido como una historia para niños, con todas las características de una de ellas, es un libro que divide tu vida en un antes y después. Una historia sencilla y modesta, que el paso del tiempo ha convertido en objeto de culto, incluso con una adaptación al cómic [extremo derecho de la imagen].

Harvey Swick, como todo niño, detesta febrero. Diciembre ya quedó atrás, aún no llega la primavera y el verano está muy lejos. ¿Quién no quisiera tener todo el tiempo del mundo para hacer lo que quiera? Cuando el niño es invitado a una casa donde en un solo día se viven todas las estaciones, le parece estar en el paraíso. Celebrar la Pascua, Halloween y Navidad el mismo día, decorar canastas, disfrazarte, recibir regalos y comer delicioso. No necesitarán saber que están atrapados; no se querrán ir por cuenta propia, de nuevo al mundo allá afuera, aburrido y lleno de reglas de los adultos. ¡Qué maravilla!

No. Momento. Algo raro pasa aquí. Algo muy extraño sucede con los niños que llegan al hogar del señor Hood. Con el correr de los días, la magia se pierde, se tornan pensativos, huraños, y casi todo el tiempo lo pasan cerca del estanque, donde viven esos horribles peces.

Armado de coraje y resuelto a volver con sus padres, Harvey consigue lo que nadie logró nunca: escapar de la casa. Cuando un anciano responde al timbre y abre la puerta, el pequeño no puede creer que sea su padre, ni éste que el chico en el dintel sea su Harvey, desaparecido por décadas. En un principio, parece una broma cruel, pero mamá Swick reconoce esa mirada. No entiende cómo el tiempo se detuvo, pero es su hijo.

El destino de Harvey está ligado al del señor Hood y su casa mágica. Tiene que rescatar a los demás niños. Tiene que salvar a Lulú, la niña que le gustaba, que llevaba en la casa sabría Dios cuánto tiempo. Nadie puede venir a robarse los mejores años de los niños, convertirlos en peces y quedar impune.

Clive Barker, escribió un libro aterrador y hermoso. Más allá del embrujo, de los monstruos y truculentos pasajes, El Ladrón de Días es, sobre todo, un canto a la infancia, a la pureza, a los lazos afectivos que se forman en esta época de nuestra vida, y que definirán por completo nuestro futuro. Es una verdadera pena que ya no se editen en México los cuentos y novelas de este gran autor británico de mirada triste y mundos pesadillescos. Mi edición data del año 1993, por Grijalbo.

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