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Hace casi 20 años que llegamos a Ray por referencia de otro gigante literario: Isaac Asimov [tal vez su nombre no te diga mucho, pero habrás visto la película Yo Robot, inspirada ligeramente en un fragmento de su obra homónima]. Crónicas Marcianas, la novela emblemática de Bradbury por excelencia, fue el primer libro suyo que tuvimos oportunidad de leer, en una biblioteca pública, en una aburrida tarde de verano. Le siguieron Farenheit 451, El Hombre Ilustrado, Las Maquinarias de la Alegría, Las Doradas Manzanas del Sol... La prosa de Ray es un embeleso perpetuo, casi musical. Cuenta que escribió su primera historia a los 12 años; no tenía dinero para comprar la secuela de una de sus tiras cómicas, así que decidió crearla el mismo. La osadía le llevó a seguir escribiendo y mandaba sus pininos a revistas que siempre lo rechazaban. Él mismo reconoce que hicieron bien, pues sus cuentos no eran buenos, pero en el camino, fue perfeccionando un estilo que al final, le valió su primer trabajo, por el que no le pagaron, sino que le dieron ejemplares de la revista, para que mostrara que era un autor publicado.
Con el tiempo, la constancia, y el cambiante mundo que había vuelto sus ojos hacia las estrellas [hablamos ya de la década de los 50], Bradbury logra publicar sus primeros libros que se convierten en un éxito. Le siguen poemas, obras de teatro, ensayos y otros trabajos, como su adaptación para el cine del clásico Moby Dick, la ballena blanca, filme dirigido por John Huston. También tuvo su propia serie de televisión, El Teatro de Ray Bradbury, en la que se presentaban versiones de sus cuentos. Ganó un premio Emmy, por la maravillosa adaptación de El Árbol de las Brujas, historia infantil halloweenesca que el dúo dinámico Hanna-Barbera trasladó al mundo de los dibujos animados.
En el año 2000, con más de medio siglo creando, Ray fue merecedor a la Medal for Distinguished Contribution to American Letters, en el marco del Premio Nacional del Libro. En una especie de broma fantástica, fue George W. Bush el encargado de entregarle el reconocimiento, mas lo importante es el honor ganado por un autor que es, a todas luces, un ser humano ejemplar, como uno puede notar tan sólo de verlo o escucharlo digirse a los jóvenes y fans que hacen largas filas para que les firme sus libros.
A los 87 años, Bradbury publica su obra más reciente hasta ahora, Now and Forever y obtiene una citación especial por el comité del Premio Pulitzer, demostrando que ocho décadas es nada, cuando se tiene una pasión por crear y compartir con el mundo. No guardamos reparo en decir que Ray Bradbury es uno de nuestros ídolos y lloraremos como una niña el día que parta de este mundo, si bien, por otro lado, seguro será una fiesta en algún otro lugar, donde bien podría comenzar una partida de ajedrez interminable con sus colegas y amigos Isaac Asimov y Arthur C. Clark. Dijo alguna vez otro monstruo de las letras, el argentino Jorge Luis Borges: "siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca". En el paraíso Bradbury, qué delicia podría ser una prolongada estancia.
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