viernes, 30 de mayo de 2008

Milagros inesperados: Lovecraft norteñito

Dijo una vez Edgar Allan Poe que si buscabas esconderte con éxito, deberías intentar hacerlo en lo alto, pues la gente rara vez mira hacia arriba. Esto es tremendamente cierto. ¿Cuántas maravillas -y cosas atroces tal vez- nos hemos perdido por ir mirando hacia enfrente, o hacia abajo, cavilando en nuestras personales historias? Hace unos días, recorriendo con un amigo una transitada avenida de mi ciudad natal [Nuevo Laredo, Tamaulipas], por un golpe de azar, gracias a que dirigí la vista hacia un segundo piso, descubro un bar-restaurantito llamado El Malecón, donde sirven bebidas, pescados y mariscos y... pareciera que adoran al dios Cthulhu, la más aterradora creación de H. P. Lovecraft.

Este escritor norteamericano, en definitiva el más alucinado de los autores de fantasía y horror gestados en este planeta, para todos los que no tienen ni remotísima idea de su investidura, es el culpable de que hayamos conocido películas como Alien, Depredador, La Cosa del Espacio Exterior... En su corta existencia, paralela a la primera y temprana mitad del siglo XX, creó [padeció] la cosmogonía más bizarra de la literatura moderna, a través de sus relatos y novelas cortas en las que hablaba sobre "los antiguos". Estos seres no eran sino formas de vida antiquísimas, impensables para el hombre, que antaño, posiblemente, habían sido reverenciadas como deidades por los antecesores de la humanidad. La mayoría de ellos duerme, en las profundidades, ya sea del mar o de cavernas, esperando el momento de despertar y recuperar este plano existencial, que les pertenece por antigüedad y derecho propios. [La Llamada de] Cthulhu, la oscura e inmortal entidad muy parecida a un pulpo gigantesco, es uno de ellos. El más conocido de sus bichos, y uno de los más temibles. A lo largo de otras narraciones como El Horror de Dunwich, El Color que Cayó del Espacio y En Las Montañas de la Locura [proyecto, se rumora, trae entre manos Guillermo del Toro, para filmar en un futuro no muy lejano], H. P. se encarniza ridiculizando a la humanidad, orgullosa de su ciencia y progreso que nada puede hacer frente a los embates de la portentosa naturaleza, representados por sus malevolentes monstruos.

Otra singular aportación de Howard Phillips a la cultura, que perdurará sin duda por muchos años, es la idea del Necronomicón, libro maldito que muchos están convencidos existe. Para todas esas almas atormentadas parientes de los emos, caray, tenemos una triste noticia: es absoluta ficción. Adbul Alhazred, el supuesto árabeloco, poeta y demonólogo que escribió el tal libro, capaz de abrir puertas dimensionales e invocar demonios, es un puro invento de Lovecraft, tomado de un apodo que se dio a sí mismo de niño, basado en su lectura de Las Mil y Una Noches, en un posible juego de palabras curioso: Alhazred=all has read=todo ha leído.

La pregunta es, si el dueño de El Malecón es un apasionado de la lectura de Lovecraft, si al entrar al bar uno encontrará borrachos con escamas cubiertos de algas. Manos frías y membranosas sosteniendo copas y un silencio espectral, mientras cerca de los sanitarios, se oye un ruido que nada hecho o conocido por el hombre podría causar. En la bodega, los recipientes de licor se convierten en cosas que reptan y profieren lamentos amargos, como el llanto de un feto en el interior de una matriz que ha comenzado a devorarlo. Voces y luces resplandecen tras la puerta donde algo mucho más viejo que la humanidad entera... o bien, todo es azar, feliz coincidencia.

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